Los discos intervertebrales están formados por una capa exterior resistente llamada anillo fibroso y un centro blando y gelatinoso llamado núcleo pulposo. El anillo fibroso está formado por fibras de colágeno, que son fuertes y flexibles. El núcleo pulposo está formado por agua, proteoglicanos y otras moléculas que le dan una consistencia gelatinosa.
A medida que envejecemos, los discos intervertebrales empiezan a perder agua y proteoglicanos. Esto hace que se vuelvan más delgados y menos flexibles. El anillo fibroso también puede agrietarse o desgarrarse. Estos cambios pueden provocar dolor, rigidez y otros problemas.
La degeneración progresiva del disco es una condición común. Se estima que hasta el 85% de las personas mayores de 50 años experimentarán algún grado de degeneración discal. Sin embargo, no todas las personas con degeneración del disco desarrollarán síntomas.
Los síntomas de la degeneración progresiva del disco pueden incluir:
* Dolor en la espalda, cuello o brazos.
* Rigidez
* Dificultad para moverse
* Entumecimiento u hormigueo
* Debilidad
* Dolores de cabeza
El tratamiento para la degeneración progresiva del disco puede incluir:
* Fisioterapia
* Atención quiropráctica
* Acupuntura
* Masaje
* Medicamento
* Cirugía
En la mayoría de los casos, la degeneración progresiva del disco se puede controlar con un tratamiento conservador. Sin embargo, en algunos casos puede ser necesaria la cirugía.