En las telecomunicaciones actuales, la conmutación de paquetes es la técnica de conmutación predominante. La conmutación de paquetes implica dividir datos en paquetes discretos y enviarlos individualmente a través de una red, donde se vuelven a ensamblar en el extremo receptor. Este enfoque permite un uso más eficiente de los recursos de la red, ya que los paquetes pueden tomar diferentes rutas y redireccionarse dinámicamente si hay alguna congestión en la red. La conmutación de paquetes también permite una mejor gestión de la calidad del servicio (QoS), ya que se pueden priorizar y manejar diferentes tipos de paquetes (por ejemplo, voz, vídeo, datos) en consecuencia.
Por otro lado, la conmutación de circuitos, que se utilizaba en las redes telefónicas tradicionales, establece un canal de comunicación dedicado entre dos puntos finales antes de que pueda comenzar la transmisión de datos. Esta técnica garantiza una conexión continua y un ancho de banda constante durante toda la comunicación, pero es menos flexible y menos eficiente en comparación con la conmutación de paquetes. La conmutación de circuitos todavía se utiliza en determinadas aplicaciones especializadas, como llamadas de voz a través de redes telefónicas tradicionales, donde el ancho de banda garantizado es fundamental.