Asegúrate de que tu hardware cumpla con los requisitos mínimos para tus juegos. Puedes consultar los requisitos del sistema para tus juegos en las páginas de la tienda Steam o en los manuales del juego.
Actualice los controladores de su tarjeta gráfica. Los nuevos controladores a menudo pueden mejorar el rendimiento y corregir errores. Puede actualizar sus controladores visitando el sitio web del fabricante de su tarjeta gráfica.
Cerrar aplicaciones en segundo plano. Cierra todas las aplicaciones innecesarias que se estén ejecutando en segundo plano, ya que pueden consumir memoria y recursos que tus juegos necesitan.
Desactiva las funciones de Steam que no utilices. Steam tiene una serie de funciones que se pueden desactivar si no las usas. Para desactivar una función, vaya a la configuración del cliente Steam y seleccione la pestaña "Funciones".
Utilice las opciones de inicio. Steam te permite especificar opciones de inicio para tus juegos. Estas opciones se pueden utilizar para modificar el rendimiento del juego. Puedes encontrar opciones de inicio para tus juegos buscándolas en Internet.
Optimiza la configuración del juego. Cada juego tiene su propia configuración de gráficos que se puede ajustar. Experimente con diferentes configuraciones hasta que encuentre las que le brinden el mejor rendimiento manteniendo una buena calidad visual.
Desfragmenta tu disco duro. Desfragmentar su disco duro puede ayudar a mejorar el rendimiento al optimizar la forma en que se almacenan los datos en su disco. Puede desfragmentar su disco yendo a la herramienta "Administración de discos" en Windows.
Utiliza un refuerzo de juego. Hay una serie de aplicaciones de terceros que pueden ayudar a optimizar el rendimiento de su juego. Estas aplicaciones pueden desactivar automáticamente servicios innecesarios, cerrar aplicaciones en segundo plano y modificar el registro para mejorar el rendimiento.