A diferencia de muchos otros virus informáticos, el virus Cascade no se replica ni intenta robar información personal. En cambio, simplemente inunda la red con tráfico inútil, lo que hace que los sistemas se ralenticen o incluso colapsen. El virus se propaga infectando una sola computadora y luego enviando una gran cantidad de paquetes de red a direcciones IP aleatorias. Estos paquetes están diseñados para consumir ancho de banda y potencia de procesamiento, negando efectivamente el servicio a usuarios legítimos.
El virus Cascade se considera débil porque se detecta y elimina fácilmente. No explota ninguna vulnerabilidad en el sistema operativo o el software, y no intenta ocultarse ni persistir en el sistema. Además, el virus no es capaz de causar ningún daño significativo a archivos o datos. Como resultado, el virus Cascade se considera más una molestia que una amenaza grave para la seguridad informática.
A pesar de su debilidad, el virus Cascade resalta los riesgos potenciales asociados con los ataques basados en la red. Demuestra cómo un virus simple y poco sofisticado aún puede perturbar una red y causar problemas a los usuarios. Esto subraya la importancia de las medidas de seguridad de la red, como firewalls, sistemas de detección de intrusos y software antivirus, para proteger contra posibles amenazas.