1. Integración vertical: Apple diseña y fabrica tanto el hardware como el sistema operativo de sus dispositivos. Esto le da a la empresa un control estricto sobre todo el proceso de producción, lo que facilita garantizar que los diferentes componentes funcionen bien juntos. Microsoft y Linux, por otro lado, son sistemas operativos que se pueden instalar en una variedad de plataformas de hardware diferentes. Esto hace que sea más difícil garantizar la compatibilidad entre el sistema operativo y todas las diferentes configuraciones de hardware con las que podría usarse.
2. Opciones de hardware limitadas: Apple ofrece una cantidad relativamente limitada de configuraciones de hardware para sus dispositivos. Esto facilita probar y certificar que el sistema operativo funciona correctamente con todas las diferentes opciones de hardware. Microsoft y Linux, por otro lado, deben soportar una gama mucho más amplia de configuraciones de hardware, lo que puede hacer más difícil garantizar la compatibilidad.
3. Ecosistema cerrado: El software y el hardware de Apple están diseñados para funcionar juntos a la perfección. Esto significa que hay menos oportunidades de conflictos entre ambos. Microsoft y Linux, por otro lado, se utilizan a menudo con hardware y software de terceros, lo que puede presentar problemas de compatibilidad.
4. Actualizaciones periódicas de software: Apple publica actualizaciones periódicas de su sistema operativo, lo que ayuda a garantizar que el software sea compatible con el hardware más reciente. Microsoft y Linux también lanzan actualizaciones periódicas, pero es posible que no sean tan frecuentes ni tan completas como las actualizaciones de Apple.
En conclusión, el estricto control de Apple sobre el proceso de diseño de hardware y software, así como sus limitadas opciones de hardware y su ecosistema cerrado, hacen que sea más fácil para la empresa proporcionar compatibilidad entre el hardware y el sistema operativo que para Microsoft o Linux.