La velocidad de la placa base está influenciada por varios factores, incluido el chipset utilizado, la cantidad y generación de carriles PCIe disponibles y la frecuencia de la interfaz de memoria. Los conjuntos de chips de diferentes fabricantes (por ejemplo, Intel, AMD) ofrecen distintos niveles de rendimiento y admiten diferentes funciones. La cantidad de carriles PCIe determina cuántos dispositivos de alta velocidad (por ejemplo, tarjetas gráficas, tarjetas de expansión) se pueden conectar a la placa base. La frecuencia de la interfaz de la memoria indica qué tan rápido se pueden transferir los datos entre la placa base y la memoria del sistema (RAM).
Las placas base modernas suelen admitir los estándares de memoria DDR4 o DDR5, y las frecuencias más altas (por ejemplo, DDR4-3200, DDR5-6000) indican velocidades de transferencia de datos más rápidas. Además, características como la compatibilidad con múltiples GPU (por ejemplo, SLI, CrossFire), capacidades de overclocking y redes integradas (LAN) pueden afectar la velocidad y funcionalidad generales de la placa base.