Están diseñados con procesadores de alto rendimiento, grandes cantidades de memoria y arquitecturas especializadas que permiten el procesamiento paralelo, lo que les permite manejar cálculos complejos rápidamente. Las supercomputadoras suelen utilizar tecnologías de vanguardia, como interconexiones de alta velocidad y sistemas de refrigeración especializados, para lograr su inmenso poder de procesamiento.