- Aumento del tráfico: A medida que más dispositivos se conectan a una red, aumenta la cantidad de tráfico que fluye a través de ella. Esto puede ejercer presión sobre los recursos de la red y hacer que se ralentice.
- Congestión: Cuando fluye demasiado tráfico a través de una red, puede causar congestión. Esto puede provocar retrasos en la transmisión de datos e incluso cortes de red.
- Fallos de hardware: A medida que los componentes de la red envejecen, es más probable que fallen. Esto puede provocar interrupciones en el servicio y provocar la degradación de la red.
- Problemas de software: Los errores de software también pueden provocar la degradación de la red. Por ejemplo, un error en el firmware de un enrutador podría provocar que el enrutador falle o funcione mal.
- Daño físico: Los daños físicos a los cables o equipos de la red también pueden causar degradación de la red. Por ejemplo, un cable cortado o dañado por roedores puede provocar una pérdida de conectividad.
La degradación de la red puede tener una serie de consecuencias negativas, que incluyen:
- Productividad reducida: Las velocidades de red lentas pueden dificultar que los empleados accedan a los archivos y aplicaciones que necesitan para realizar su trabajo. Esto puede provocar una reducción de la productividad y una pérdida de ingresos.
- Insatisfacción del cliente: Si los clientes experimentan velocidades de red lentas o interrupciones, pueden quedar insatisfechos con el servicio y llevar sus negocios a otra parte.
- Aumento de los costos de soporte: La degradación de la red puede generar mayores costos de soporte, ya que el personal de TI se esfuerza por solucionar y solucionar problemas.
Para evitar la degradación de la red, es importante monitorear periódicamente el tráfico y el rendimiento de la red y tomar medidas para abordar cualquier problema potencial. Esto puede implicar actualizar el hardware de la red, optimizar el tráfico de la red e implementar redundancia de la red.