Eficiencia y escalabilidad: La potencia computacional de una supercomputadora proviene de la combinación de las capacidades de procesamiento de múltiples procesadores más pequeños que trabajan en paralelo. Al distribuir tareas entre múltiples procesadores, las supercomputadoras pueden alcanzar mayores niveles de eficiencia y rendimiento para cálculos complejos. Cada procesador puede trabajar de forma independiente en diferentes partes de un problema, lo que permite el procesamiento en paralelo, lo que acelera significativamente la velocidad de procesamiento general.
Fiabilidad: Tener varios procesadores en una supercomputadora aumenta la redundancia y confiabilidad del sistema. Si un procesador falla o encuentra un problema, los otros procesadores pueden continuar funcionando, minimizando el tiempo de inactividad y garantizando la disponibilidad continua de los recursos informáticos. Las supercomputadoras suelen utilizar técnicas y configuraciones especiales tolerantes a fallas para minimizar el impacto de fallas de procesadores individuales y mantener la estabilidad.
Flexibilidad y Adaptabilidad: Las diferentes aplicaciones científicas y de ingeniería tienen diferentes requisitos computacionales. Algunos algoritmos podrían beneficiarse de procesadores especializados optimizados para un tipo específico de cálculos. Al incorporar múltiples procesadores, cada uno de ellos personalizado para diversas tareas computacionales, las supercomputadoras pueden adaptarse efectivamente a una gama más amplia de aplicaciones y cargas de trabajo. Esta flexibilidad y adaptabilidad permiten a los investigadores y científicos analizar y simular de manera eficiente problemas complejos en diversos campos, como el pronóstico del tiempo, el modelado climático, la química computacional, la genómica y más.
Rentabilidad: Construir un único procesador extremadamente grande y rápido puede resultar prohibitivamente caro. En cambio, construir una supercomputadora a partir de múltiples procesadores más pequeños y asequibles permite un enfoque rentable para lograr una alta potencia computacional. Los fabricantes pueden combinar procesadores estándar o componentes informáticos especializados diseñados para cálculos científicos para construir supercomputadoras con configuraciones óptimas que equilibren rendimiento y costo.