Consumo de energía: La aceleración de la CPU se puede utilizar para reducir el consumo de energía limitando la velocidad del reloj y el voltaje suministrado a la CPU. Esto reduce la cantidad de calor generado por la CPU, lo que a su vez reduce la energía necesaria para enfriar el sistema.
Gestión Térmica: La aceleración de la CPU también se puede utilizar para evitar el sobrecalentamiento reduciendo automáticamente la velocidad del reloj cuando la CPU alcanza una determinada temperatura. Esto evita que la CPU alcance temperaturas peligrosamente altas que pueden dañar el chip.
Priorización de tareas: La aceleración de la CPU se puede utilizar para priorizar determinadas tareas asignando más recursos a esas tareas. Por ejemplo, un sistema puede acelerar la CPU para tareas en segundo plano para garantizar que las tareas en primer plano tengan recursos suficientes para ejecutarse sin problemas.
Otros fines: La aceleración de la CPU también se puede utilizar para otros fines, como pruebas y depuración, gestión del rendimiento del sistema y mejora de la duración de la batería en dispositivos portátiles.