1. Epidermis:
La epidermis es la capa más externa de la piel y sirve como barrera protectora. Consta de varias capas de células, principalmente queratinocitos, que producen la proteína queratina. La queratina proporciona resistencia y cualidades impermeables, protegiendo las capas subyacentes de las influencias externas. La epidermis también contiene melanocitos, que producen melanina, el pigmento responsable del color de la piel. Además, alberga células especializadas llamadas células de Langerhans, que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico.
2. Dermis:
La dermis se encuentra debajo de la epidermis y es mucho más gruesa. Se compone principalmente de tejido conectivo y contiene una densa red de vasos sanguíneos, folículos pilosos, glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas y terminaciones nerviosas. La dermis también alberga fibras de colágeno y elastina, que aportan fuerza, flexibilidad y elasticidad a la piel. El colágeno es una proteína que mantiene la integridad estructural de la piel, mientras que la elastina le permite estirarse y volver a su forma original.
3. Hipodermis (capa subcutánea):
La hipodermis es la capa más profunda de la piel y está compuesta de tejido adiposo (grasa). Actúa como aislante, aportando amortiguación y aislamiento al cuerpo, contribuyendo a la regulación de la temperatura. La hipodermis también almacena reservas de energía y ayuda a proteger los órganos internos del estrés mecánico.
Estas tres capas trabajan juntas para mantener la integridad estructural de la piel, proteger el cuerpo de factores externos, regular la temperatura corporal, proporcionar percepción sensorial a través de terminaciones nerviosas y facilitar diversas funciones como el sudor y la producción de grasa. Comprender estas capas y sus funciones es crucial para mantener una piel sana y abordar diversas afecciones de la piel.